Cuando se habla sobre el manejo de las
emociones “negativas” en el ámbito deportivo se puede recurrir a un amplio
repertorio de estrategias psicológicas, la efectividad de una u otra estrategia
dependerá de varios aspectos, tipo de competencia, personalidad del atleta,
nivel deportivo, habilidades mentales, medio ambiente, etc., pero en definitiva
“La mejor estrategia para un buen control emocional es la que al deportista le
funciona”.
Si un deportista percibe una situación
como difícil, peligrosa, o experimenta miedo su organismo normalmente desencadenara
una reacción fisiológica de alarma, caracterizado por un incremento de la
presión arterial, intensificación del metabolismo celular, aumento de glucosa
en la sangre, de la frecuencia cardiaca y adrenalina que predispondrá al
organismo para una respuesta de huida o ataque, ante la amenaza percibida,
respuesta normal como parte del instinto de supervivencia.
Estas u otras reacciones físicas y
mentales en desproporción, no son compatibles con un estado ideal de
rendimiento, estado que para james Loehr, se caracteriza por estar concentrando,
con la energía fluyendo sin esfuerzo. El miedo genera cambios en la forma de
actuar, sin control interrumpirá el proceso de razonamiento, además disminuye
la motivación, una vez que el miedo se apodera de la mente se genera un bloqueo
de la capacidad mental. Como consecuencia de ello muchos atletas terminan haciendo
lo contrario de lo que se espera realizar.
Una alternativa de utilidad es el
cambio de perspectiva sobre el miedo, que sugiere interpretar al miedo de una
forma “neutral” o incluso utilizarlo
como un signo que despierte su parte positiva, sus fortalezas. El miedo al
igual que otras emociones consideradas como negativas tiene como finalidad alertar,
cuidar, prevenir, proteger al ser humano ante un hecho o estimulo considerado
riesgoso. Su naturaleza en esencia no es mala, la cultura en la que vivimos no nos enseña a convivir saludablemente con
este tipo emociones, por el contrario se lo define como una emoción insana
propia de la cobardía, del débil.
Si un deportista percibe como negativa
una emoción, persona, escenario o cualquier elemento involucrado en la competencia,
esta percepción inducirá una reacción negativa, fisiológicamente ante la
percepción de peligro nuestro sistema nervioso entra en un estado de alerta, de
autoprotección, disminuyendo la capacidad de rendimiento. Al competir el atleta
requiere disponer de todas sus capacidades, “dar todo de si mismo”. Si usted
piensa que alguien o algo es útil, bueno, eficiente, sus reacciones serán
positivas, imagine que el miedo es como un arma, mal usada puede causar serios problemas, pero con el uso adecuado puede ser de gran utilidad.
Deseche el concepto negativo del miedo
para usted como deportista, piense que sentirlo es normal para así mantenerlo
bajo control, piense que esta emoción es un llamado a estar alerta, que si
siente temor es porque la competencia es importante para usted, evite pensar
que siente miedo por cobarde, piense que el temor es porque quiere hacer bien
las cosas, porque es responsable, así podrá tener mas posibilidades de mantener
el control de esta emoción, utilice la perspectiva de que el temor aviva su fuerza,
por que así lo decide, notará entonces como estas emociones se controlan e
incluso desaparecen.
Decida que si surge el miedo usted lo
utilizara como leña para el fuego de su espíritu, decida que si aparece el
temor, la ansiedad, presión estas emociones serán evolucionadas en combustible
para su fortaleza mental, decida que no son una amenaza, que serán usadas por
usted como alfombrasobre las que caminará hacia su metas, decida utilizar las
crisis como oportunidades para sacar la mejor que hay en usted.